lunes, 19 de diciembre de 2016

El asesino del embajador ruso en Turquía hizo el signo del ISIS mientras gritaba Allah Akhbar

Aunque los medios de comunicación han destacado las frases posteriores al asesinato, el policía turco que ha asesinado al embajador ruso en Turquía gritaba "Allah Akhbar" mientras le disparaba:



Además, el asesino realizó un signo muy característico con el que los militantes del ISIS (Daesh) muestran su afiliación con este grupo terrorista.

El dedo índice apuntando hacia el cielo es un gesto utilizado a menudo que representa su causa y que utilizan sus militantes para señalar que se adhieren a esta. Simboliza el tawhid, la unidad como concepto esencial del monoteísmo en el Islam, que es central en la doctrina ideológica del ISIS. En el caso del ISIS, el uso de este gesto se refiere también al principio subyacente esencial que implica la destrucción de Occidente.

Esta imagen está tomada en el momento en que el embajador ruso, Andrey Karlov, es disparado:


Este es el mismo gesto, tal como es utilizado habitualmente por los militantes del ISIS:








martes, 6 de diciembre de 2016

La vergonzosa convocatoria del “No a la Guerra”: Pararla cuando la extrema derecha yihadista está siendo derrotada




Una convocatoria “ciudadana” pretende sacar de nuevo a los españoles a la calle retorciendo el viejo lema de “No a la Guerra”, para pedir el cese de las hostilidades en Siria. Mientras que el manifiesto de los convocantes se centra en las inocentes víctimas, se produce en él también la petición no tan inocente de un alto el fuego en Alepo, la misma posición que defienden los gobiernos imperialistas de la OTAN para aliviar la presión sobre sus aliados salafistas en el frente de la ciudad.

Se pretende utilizar a las fuerzas progresistas como tontos útiles para favorecer a los intereses imperialistas en la guerra de agresión contra el gobierno sirio, llamando ahora a que se detenga una guerra que al fin están perdiendo los imperialismos de la OTAN y Arabia Saudí.

No son tiempos para el “No a la Guerra”. En nombre de un humanitarismo vacío no se puede ignorar las complejidades de un conflicto, y mucho menos equiparar a los bandos en liza.

Desde finales de noviembre, los avances del gobierno sirio ayudado por Rusia en la estratégica ciudad de Alepo han sido espectaculares, recuperando casi el 70% del territorio que se encontraba en manos de los yihadistas financiados por Arabia Saudí y Qatar y armados por los EEUU para destrozar Siria. Queda apenas un bolsillo de resistencia yihadista sin líneas de abastecimiento, para cuya reorganización se pide un alto el fuego desde occidente: Ya que si la ciudad de Alepo cae finalmente en manos del gobierno sirio, la guerra estará prácticamente decidida.

Mientras esto sucede, la propaganda en la “prensa libre” al servicio de la OTAN ha llenado nuestros telediarios de crudas imágenes con las que se pretende despertar nuestra sensibilidad hacia las “víctimas civiles”, de cara a buscar la presión popular hacia un alto el fuego que ayude al yihadismo. Una guerra que fue ignorada durante 5 años, en los que se pregonó la existencia de unos “rebeldes moderados” que nunca existieron, llena ahora los espacios informativos a través de una elaborada propaganda mientras se sigue llamando “rebeldes” o “insurgentes” a los militantes de Al-Nusra/Al-Qaeda, la misma organización que fue responsable de los atentados de Atocha el 11 de Marzo de 2004.

A medida que el ejército sirio entra en zonas de Alepo está abriendo pasillos para que los civiles que se encuentran en la zona en que se combate puedan escapar de la zona bajo la sharía a las controladas por el gobierno. Como fue grabado en este vídeo en Alepo, los yihadistas disparan a los civiles que huyen de las zonas de guerra:



La mayor parte de reportes de muertes de civiles se producen a partir de dos fuentes. Una de ellas, el OSDH (Observatorio Sirio de los Derechos Humanos) está dirigida por un sirio musulmán suní que vive en Coventry (Inglaterra) y dice tener una red de informadores sobre el terreno que nadie conoce. La otra son los “Cascos Blancos”, un grupo yihadista sirio que se viste de ONG y acompaña a los militantes extremistas sobre el terreno. Sus componentes han sido fotografiados numerosas veces armados, así como falsificando rescates de víctimas de bombardeos:




Estas fuentes de información que trabajan para el bando yihadista, son el origen de la mayoría de las imágenes e información sin contrastar que se nos muestran en los telediarios para tratar de sensibilizarnos con el yihadismo salafista que apoya la OTAN.



¿Quién es quién en el conflicto sirio?


A grandes rasgos podemos dividir la guerra siria en cuatro bandos. El gobierno legítimo de Siria se encuentra aliado con los kurdos, y en su contra tenemos por un lado al ISIS -que ocupa el Este desértico del país- y por otro una variedad de grupos mayoritariamente yihadistas cuyo jugador clave es Al-Nusra (antigua Al-Qaeda) y entre quienes occidente trata desesperadamente de encontrar a alguien a quien adjudicar la etiqueta de “moderado”. Tales grupos yihadistas son los que han recibido durante estos años de guerra material militar por parte de EEUU así como financiación de Arabia Saudí y Qatar. De Arabia Saudí proceden además buena parte de los mercenarios que componen el ejército “rebelde”.

Tras varios años de guerra, hemos llegado a un punto en el que los yihadistas que se disputan el Oeste de Siria con el gobierno están siendo finalmente derrotados, gracias entre otras cosas a la ayuda rusa que el gobierno legítimo sirio ha solicitado. Siendo estos yihadistas armados y financiados por la entente OTAN-Arabia Saudí, cada avance del gobierno sirio en el frente es coordinado en nuestros “medios libres” de comunicación con un aumento de la propaganda contra Rusia y Al-Assad utilizando a las víctimas civiles del conflicto y fabricándolas cuando no las hay.


En su última desvergüenza, fue la España lacaya de EEUU y Alemania quien presentó junto a Egipto y Nueva Zelanda una resolución a principios de diciembre para buscar un alto el fuego en Alepo, que daría un balón de oxígeno a los combatientes de extrema derecha islámica que resisten en la ciudad:



(rojo - Gobierno de Siria, verde - Al-Nusra y yihadistas, amarillo - control kurdo)


Es por todo esto que resulta vergonzoso y contraproducente desenterrar el “No a la Guerra”, precisamente en el momento en que está ganando la guerra el gobierno atacado por milicianos terroristas financiados y armados por el imperialismo occidental.

Pedir ahora por “la paz”, pretender adoptar una posición neutral en una guerra imperialista destinada a la destrucción de un país, tratar a todos los bandos por igual en nombre de las víctimas civiles, puede tener buenas intenciones, pero en estas circunstancias no es más que cooperar con el juego de las potencias imperialistas occidentales que han provocado esta guerra, tratando de pararla cuando deja de ir como le conviene a la OTAN.



jueves, 29 de septiembre de 2016

La debacle del PSOE y la reconfiguración del espacio político


La espectacularidad del derrumbe de un PSOE partido en dos no debería llevarnos a tomar a Pedro Sánchez como un héroe o un revolucionario, y mucho menos como un izquierdista o un socialdemócrata. Es imprescindible no dejarnos arrastrar por las diversas propagandas, para entender quién está dónde.

En una deriva sin fin hacia posiciones a la derecha del social-liberalismo, los partidos socialdemócratas europeos fueron abandonando las posturas socialdemócratas desde que Tony Blair inventara la “Tercera Vía” como excusa para el viraje de estos partidos hacia la más absoluta asunción y cooperación con el sistema capitalista. El hueco que dejaron tales movimientos fue solo parcialmente rellenado por los partidos postcomunistas, que nunca acabaron de encajar allá: El votante socialdemócrata no gusta de hoces ni de banderas cubanas, por mucho que sus posiciones puedan coincidir con muchos socialdemócratas que creyéndose comunistas la portan como enseña.

Pero ante una situación de crisis económica e institucional, en España surgió un partido que pasó a una velocidad espectacular de querer cambiarlo todo desde una supuesta transversalidad anticapitalista en que se hablaba de “tomar el cielo por asalto”, a posiciones cada vez más obviamente socialdemócratas. Que es al fin y al cabo la ideología de gran parte de sus bases, por mucho que se pretenda arrojar venezuelas varias al partido. Irónicamente, la cúpula que cortó las alas de sus círculos tras el triunfo en las europeas, en lugar de ejercer de vanguardia construyendo ideología acabó por adaptarse a las posturas débilmente socialdemócratas de sus militantes y potenciales votantes.

Haciendo gala de una vergonzante vulgarización de las ideas de Gramsci y Laclau, buscando la hegemonía a través de las cuestiones menos “incómodas” para el poder y a ser posible desclasadas, centrándose en ir en bicicleta al Congreso llenándolo todo de sonrisas y memes y clases medias, el partido político que conquistó las televisiones ha acabado por encontrar que no quiere destruir la hegemonía cultural de las clases privilegiadas, sino arrebatarla para convertirse ellos en gestores del poder. Y para este medrar en el poder, no hay mejor instrumento en la actual coyuntura que las posiciones socialdemócratas apoyadas por millones de huérfanos de las derivas del PSOE.




Mientras todo esto sucedía, pudimos observar cómo se desarrollaba la “operación Ciudadanos”, que alzaba a un partido que debía dar salida al ala liberal del Partido Popular tras el fracaso de Esperanza Aguirre en las luchas intestinas por el poder que se resolvieron con la victoria final del ala conservadora de Mariano Rajoy. Se trataba de una escisión como parte de una lucha interna que ya se había intentado con VOX (curiosamente fueron medios esperanzistas como Libertad Digital quienes primero hicieron de propagandistas de VOX y luego de Ciudadanos). Sin embargo, VOX fue un fracaso brutal que mostraba que incluso con la colaboración de medios que antes silenciaban a opciones similares como AES, a la derecha del Partido Popular no hay un espacio electoral.

El problema de Ciudadanos, es que a pesar del auge de los anarcoliberales apesebrados como Daniel Lacalle -que ahora disfruta de su paguita en Londres-, Huerta de Soto o Juan Ramón Rallo, en España casi no hay liberales. Lo que tenemos son conservadores a los que les disgusta pagar impuestos. De ahí ese engendro ideológico del “liberal en lo económico y conservador en lo social”, o el patético espectáculo de la supuesta liberal Esperanza Aguirre reclamando la figura de un fascista como Millán Astray.

Las elecciones en Galicia y en el País Vasco y sus consecuencias, están acelerando la reconfiguración de un teatro político en el cual, en España, sobran actores.

El Partido Popular sigue siendo el partido conservador, los supuestos “liberales” de Ciudadanos están volviendo a sus rediles, y Podemos continúa capturando las posiciones de la socialdemocracia -quizá más por demérito del PSOE que por mérito suyo-, aunque continúe cayendo en votos al no haber previsto que los votantes procedentes de izquierda como IU están dejando de votar al no encontrar a quien les represente.

La gran pregunta es, ¿qué es el PSOE?. Y es que el partido de las puertas giratorias y el neoliberalismo con toques estéticos progresistas se ha quedado sin hueco en el mapa ideológico del nuevo panorama político español.

La crisis sin fin del PSOE no es una crisis de liderazgo. Es una crisis ideológica. A día de hoy, pocas palabras están más vacías que la de “socialista”, cada vez que es utilizada por el partido que reformó junto al PP el Artículo 135 de la Constitución para poner al país al servicio de la deuda. La guerra civil en el partido enfrenta posiciones de derecha con posiciones tan a la derecha que las dirige Felipe González desde su yate y su Gas Natural, desde donde en nombre del IBEX señala a su partido cuándo y cómo ha de dispararse a matar.

El camino para que Podemos se convierta en un PSOE 2.0, aún con un programa más tímido que el del propio PSOE en los 80, está despejado. Cambios de siglas y de caras, para que continúe la alternancia entre las concepciones conservadora y socialdemócrata de la gestión que se ha de hacer de un capitalismo monopolista que sigue sin ser cuestionado.

sábado, 11 de junio de 2016

El retorno de la socialdemocracia: Unidos Podemos, Syriza, Corbyn y Sanders



Conservadores y socialdemócratas

La socialdemocracia llevaba desaparecida desde la caída de la Unión Soviética y el cambio a nivel global que supuso la Tercera Vía de Tony Blair, aquello que Margaret Thatcher definió como "mi mayor triunfo": Que el enemigo ideológico se rindiera y pasara a hablar su mismo lenguaje.

La transformación de los partidos "socialistas" europeos derivó en posiciones de derecha progresista, apenas distinguibles excepto en las cuestiones sociales de una derecha conservadora a su vez suavizada. Ni siquiera Zapatero, que fue tomado en su momento como una renovación socialista a nivel europeo tras la aprobación del matrimonio homosexual, se enfrentó nunca al poder económico; llevó a cabo reformas socialmente progresistas, incluso se atrevió a ser keynesiano con el Plan E, pero nunca se opuso al poder. Y en cuanto Europa le llamó a filas fue responsable de una nueva reforma laboral contra las clases trabajadoras.

Tampoco la derecha conservadora de hoy en día se parece mucho a la de mediados del Siglo XX, esa que te pegaba dos tiros en una manifestación como si tal cosa y que se tomaba "los valores" realmente en serio, más allá de usarlos como jugada de marketing para contentar a parte de su electorado como vemos hoy.

Encontramos tanto en la derecha progresista ("socialistas") como en la derecha conservadora ("populares") una hegemonía del capitalismo monopolista, habiéndose convertido este tipo de partidos a lo largo de occidente en ligeras variantes de una misma gestión del Estado por parte de grandes empresas decididas a terminar paso a paso con el Estado del Bienestar, que ven como una incongruencia histórica que hubo que otorgarle a la clase trabajadora por temor a las revoluciones comunistas, allá cuando la URSS estaba en pie. No debemos olvidar que cuando la socialdemocracia ha sido capaz de lograr avances, ha sido porque había una verdadera amenaza revolucionaria que poner encima de la mesa.

Para facilitar este derrumbe del incómodo Estado del Bienestar y de las conquistas de los trabajadores, se ha desarrollado en los últimos años un nuevo impulso ideológico de corte "liberal" cuya principal seña de identidad es una oposición radical al Estado, casi "anarcocapitalista", que trata de convencer a las clases trabajadoras de que si se debilita al Estado tendrán más posibilidades de medrar, como si fueran a repartirse las fichas otra vez en una Plaza del Mercado ideal, como si los promotores de esta ideología, este mismo capitalismo monopolista y sus medios de comunicación, fueran a renunciar a su poder sobre la estructura económica y social solo porque no ejecuten este control a través del Estado.

Y aun así, el Estado es demasiado útil para el que quiere que las cosas se queden como están. Demasiado útil como para renunciar a él. Por ello, se mantiene de manera deliberada a las opciones políticas ideológicamente puras (en España el P-Lib) en una absoluta marginalidad, tratando de hacer creer que hay "segundas opciones" mejores, curiosamente aquellas que representan al capital monopolista.




Moderados y radicales

La hegemonía del capitalismo monopolista a día de hoy es tal que hace que todo lo que se desvíe de la norma y pretenda tocar cuestiones sociales básicas sea tomado como radical. Hoy en España vemos a VOX como a un partido de ultraderecha, cuando su postura hubiera sido una cosa normal en la derecha conservadora de hace 60 años (pero hoy incluso VOX se acobarda a la hora de abandonar el discurso hegemónico y sigue diciendo esa estupidez de que es al mismo tiempo liberal y conservador, mientras basa sus campañas en gestos vacíos).

Del mismo modo, los medios de comunicación se esfuerzan en mostrar a Unidos Podemos como peligrosos comunistas, cuando son partidos que aceptan el juego capitalista y la representatividad democrática, y pretenden una reforma del sistema dentro de sus propias leyes, tratando desde el Estado de corregir los desequilibrios del capitalismo sin acabar con él, de equilibrar un poco la balanza a favor de las clases populares. Lo cual, obviamente, es la socialdemocracia de toda la vida.

El problema, es que aquellos que ostentan actualmente el poder (en España la banca, la gran empresa que resumimos como "el IBEX", las clases privilegiadas) han llegado a tal poder sobre los medios de comunicación y tal hegemonía ideológica, que tienen la capacidad de definir su postura dentro de un pequeño intervalo de variaciones como "moderación". Y si el radical es quien no acepta las reglas del juego establecido, es en tiempos de crisis cuando la narrativa de los "moderados" que tratan lo existente como si fuera lo adecuado pierde fuerza.

Pero es que ni siquiera aquellos que los medios al servicio de las clases privilegiadas tachan de radicales mientras gritan su "que viene el lobo" son verdaderos radicales. El control que se trata de ejercer desde el poder es sin embargo tal, que no puede admitirse siquiera un pequeño desvío sobre la manera en que consideran que debe ser gestionada la democracia de "libre mercado".




El retorno de la socialdemocracia

Tras una temporada en que la izquierda miraba hacia América Latina y los experimentos de su nueva izquierda porque en Europa no había absolutamente nada que mirar, el retorno de la socialdemocracia comienza con la aparición de Syriza en Grecia. No tardaríamos demasiado en ver cómo se mantienen también las peores tradiciones de la socialdemocracia -plegarse al poder cuando las cosas se ponen feas, demostrando que si conservamos el actual sistema, el Estado está sometido a los mercados-.

El retorno de la socialdemocracia continúa con Podemos en España, y surge también en países menos revueltos -sin los años de lucha de Grecia o el 15M español- con su regreso desde dentro de las propias filas de los partidos de derecha progresista: Corbyn en el Reino Unido, y el fenómeno Sanders en el Partido Demócrata de los EEUU. En el actual proceso de selección del candidato demócrata para las próximas elecciones, el público estadounidense empieza a darse cuenta de que el Sanders socialdemócrata y la Hillary "liberal" no tienen nada que ver, y si son arrastrados a las urnas será azuzados por el miedo a Trump.



La situación española

En el panorama político español, el abandono parcial de Podemos de sus pretensiones de transversalidad y el cierre total de la posibilidad de un votante que provenga de la derecha tras encontrar al fin los medios en Venezuela una base desde la que atacar, han acabado por situar a este partido en la socialdemocracia, hasta tal punto que es al fin reconocido por sus dirigentes.

La decadencia del Partido Popular producto de las tensiones internas y de una corrupción generalizada que muestra al partido como un grupo de políticos que la gran empresa soborna regularmente para legislar a su favor -ese es el verdadero significado de los papeles de Bárcenas-, ha acabado por estallar su contradicción principal, que era la de unir a conservadores y liberales en un mismo partido. Atrás quedaron los esfuerzos de construir a un votante que es "liberal en lo económico y conservador en lo social", dejando el espacio del "partido conservador" (aunque sin mucha convicción) al PP y el espacio del "partido liberal" a Ciudadanos.

Antes de esta fractura se trató sin éxito de abrir un espacio por la derecha con VOX, para descubrir que afortunadamente en ese lugar del espectro político hay más tertulianos que votantes.

Entonces, si el Partido Popular son los conservadores, Ciudadanos los liberales e IU-Podemos los socialdemócratas, la gran pregunta es, ¿y el PSOE qué pinta en todo esto?. Quizá la inevitabilidad del proceso de "pasokización" de un PSOE que se ve tercero en las próximas elecciones, tenga que ver con la ausencia de un espacio político para este partido.

Abandonada la socialdemocracia, afirmando que todavía lo es, ocupa un espacio extraño, una tierra de nadie que no resulta ideológicamente atractiva porque realmente no representa ideología alguna, más que una derecha vagamente progresista que no admite ser lo que realmente es.







martes, 1 de marzo de 2016

PSOE en precampaña: La farsa de la investidura



Ante la nueva situación política, varios medios de comunicación en España se han deslizado hacia una posición que guiña a PSOE y Ciudadanos, creando alianzas mediáticas antes impensables, como la de PRISA y Libertad Digital / esRadio, donde los medios de Federico Jiménez Losantos reutilizan cada encuesta de El Pais para tratar de insistir en dar a Ciudadanos ese empujoncito de las encuestas cocinadas que luego se queda sin fuelle en las urnas.

La opinión pública que pretenden fabricar estos medios de comunicación, viene a ser la de la "pinza" entre PP y Podemos; ambos quieren nuevas elecciones dado que creen que mejorarían su posición, así que su pretensión es la de sabotear cualquier pacto de gobierno.

Sin embargo, la negociación del PSOE no tiene ningún sentido si su pretensión real es la de formar gobierno. Ha construído un pacto de derecha progresista junto a Ciudadanos, y ha escrito a Podemos, IU y Compromís enviándoles recortes de ese pacto para decirles que es muy bueno y que deben apoyarlo, después de estar haciendo un paripé negociatorio en mesas públicas a la vez que se cerraba a escondidas el verdadero acuerdo con el partido naranja.

El objetivo del PSOE a día de hoy, es dar la vuelta a un escenario de pasokización poniendo a sus adversarios ante una encrucijada: O nosotros y nuestro pacto de derecha progresista, que hemos hecho a vuestras espaldas, o seguimos con Rajoy.

Si el enemigo se rinde y se abstiene, mejor para Pedro Sánchez, que será presidente. Los pactos suscritos serán papel mojado, puesto que una vez superado el espectáculo mediático de la investidura, el PSOE puede seguir aprobando la mayor parte de sus políticas junto al PP como ya hacen, por ejemplo, en el Parlamento Europeo.

En caso de que sean necesarias unas nuevas elecciones, actualmente el escenario más probable (¿qué sentido tiene un pacto con un partido como Ciudadanos con el cual es imposible sumar nada?), el PSOE pretende matar dos pájaros de un tiro:

- Ciudadanos teme que su voto, en gran parte de castigo al PP, regrese a su origen. El recurso discursivo de "la estabilidad" puede llevar a los votantes conservadores a votar al Partido Popular, y por eso se encuentran tan dispuestos a cualquier pacto que impida la celebración de unas nuevas elecciones generales. Pero este pacto con el PSOE solo ha conseguido enfadar a gran parte de su electorado, que a pesar de la propaganda mediática de los medios conservadores que se han pasado a Ciudadanos no convence; el votante del Partido Popular se siente traicionado cuando Albert Rivera decide darle su apoyo al PSOE, partido que era su peor enemigo y ETA y todo lo malo del mundo hasta que apareció Podemos. Ciudadanos ha caído en una trampa que puede condenar al partido al antiguo espacio de UPyD caso de celebrarse nuevas elecciones.

- Podemos, Compromís y demás, han de ser presentados por otra parte como partidos de máximos, incapaces de negociar, ávidos de poder. La idea mil veces machacada de la línea roja del referéndum (que nunca fue tal, sencillamente Podemos no aceptaba precondiciones a una negociación, pues el referéndum debía formar parte de tal negociación), se une ahora a un chantaje en el que o se aceptan las condiciones negociadas por PSOE y C's, o se es amigo del Partido Popular y un obstáculo para la formación de un gobierno progresista.

La construcción de la realidad en la que apoyado por diversos medios lleva trabajando el PSOE desde que Pedro Sánchez aceptó la responsabilidad de formar gobierno, no pretende más que preparar al votante para otras elecciones. El PSOE está tratando de desactivar tanto a Ciudadanos como a Podemos. Por un lado alienando al electorado de C's procedente del PP mientras muestra cómo estrecha la mano del partido de Rivera. Por otro, tratando de hacer parecer intransigente y voraz a Podemos por no aceptar un pacto negociado en secreto con C's.