martes, 31 de mayo de 2011

El problema no es el paro, el problema es el trabajo.

Panfleto repartido en la manifestación del 15 M el 29 de mayo en Sevilla.

El problema no es el paro, el problema es el trabajo.

Una de las reivindicaciones más oídas en las movilizaciones del 15 M es la cuestión de la falta de trabajo. El paro, como lacra social que está condicionando la vida de millones de personas y que concretamente está siendo un gran obstáculo en la emancipación económica de las generaciones más recientes, ha sido uno de los motores que ha hecho salir a la gente a la calle. Sin embargo, el paro no es resultado de una falla del sistema económico, sino una consecuencia de su propio desarrollo. Reivindicar más trabajo es por tanto una ingenuidad, porque el sistema lejos de subsanar esta situación se prestará a administrarlo para su propio provecho.

El paro, siendo por lo tanto inevitable en esta etapa del capitalismo, ha devenido además en una perfeccionada herramienta de dominación de la población. Con esa espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de los que tienen un empleo es muy fácil imponer unas condiciones cada vez más abusivas y beneficiosas para el capital, eliminando sistemáticamente multitud de derechos laborales sin encontrar una seria resistencia por parte de los trabajadores (no hablemos ya por parte de los sindicatos al servicio del estado). Por su parte, la masa de desocupados es, si cabe, más fácil de controlar; siempre a un paso de la marginalidad, dependiente del estado, de la “caridad” de familiares e instituciones o inmersa en la precaria economía sumergida, el estar parado es a día de hoy toda una categoría humana avocada a la desesperación y el darwinismo social, pero muy difícilmente al combate político.

Por esta razón, nos parece absurdo escuchar estos días reivindicaciones tan maximalistas como ambiguas respecto a una democracia verdadera cuando en la práctica la inmensa mayoría de los trabajadores de este país sufren el día a día de su puesto laboral como una pequeña pero aplastante dictadura. De poco sirve ir a la plaza para gritar y debatir si cuando vuelves al trabajo (quien lo tenga) agachas la cabeza como si nada hubiera cambiado. Mucho se oye hablar contra los partidos y contra los poderes financieros, pero poco sobre la patronal, agente crucial en este juego de poderes que es nuestra democracia capitalista. Por ello queremos hacer hincapié en que de nada vale una crítica al sistema si no profundizamos en la dinámica de su base económica y productiva, si no denunciamos y combatimos consecuentemente el verdadero cáncer que ha podrido la vida colectiva y sus posibilidades de llegar a una sociedad realmente libre e igualitaria. La explotación laboral, el propio concepto del trabajo asalariado, es la base para la educación en la sumisión y la obediencia, es la herramienta alienante por excelencia al servicio del capital, aquello que erosiona como ninguna otra fuerza la capacidad creativa, la pasión y la energía necesarias para que una sociedad lleve a la práctica su efectiva emancipación frente a la opresión.

Mucho se está debatiendo de cómo llevar a la práctica las reivindicaciones del 15 M. Si bien es esperanzador el carácter asambleario y antiautoritario que le está caracterizando no lo es tanto cuando llega la hora de pasar a la acción. Como era previsible las fuerzas de seguridad del estado han iniciado la represión en muchos puntos del país, y es indudable que se generalizarán y endurecerán, en respuesta a esta represión pensamos que la desobediencia civil es un arma imprescindible para hacernos escuchar y sobre todo para demostrar que vamos en serio. La ocupación de plazas y edificios, tal y como se está produciendo, es una herramienta lo suficientemente potente como para retroalimentarse en la consecución y mantenimiento de este movimiento, así como para introducir la certeza de que las metas que se quieren conseguir no van a ser ofrecidas por las buenas, sino resistiendo los envites. Pero aparte de eso pensamos que es imprescindible dar un paso más, y este decidido paso solo puede darse en al ámbito de lo laboral, lejos de la muchedumbre y los cánticos eufóricos, pero inmersos en la experiencia de lo cotidiano y objetivo. Por ello proponemos aplicar en los puestos de trabajo todo lo aprendido de las prácticas asamblearias. Si hemos visto como miles de personas pueden ponerse de acuerdo en unos mínimos y trabajar sobre ello, más viable será conseguirlo con un número mucho más reducido. Hablamos de buscar la acción autónoma de los trabajadores al margen de cualquier iniciativa partidista o sindical, hacer uso del poder del que aún disponemos como engranajes imprescindibles para el funcionamiento de este sistema.

Proponemos la huelga salvaje como perenne arma del trabajador, reclamamos el sistemático desprecio de la institución del trabajo como algo digno, pero no para conseguir ligeras mejoras que nos callen la boca, sino para demostrar que no queremos volver atrás, que soñamos con un mundo donde las relaciones de poder y sumisión han quedado abolidas. Porque la filosofía del beneficio a toda costa que mueve al empresariado es tan culpable de nuestros males como lo es el bulo de la democracia partidista y el mercado financiero. Un racional y justo reparto del trabajo, una drástica reducción de la jornada laboral y un uso adecuado de la mecanización de los procesos productivos en una sociedad libre ya de una economía capitalista terminarían para siempre con el desempleo forzoso… y nos sumiría en el gozoso ejercicio de la pereza, de la creatividad y el placer.

¡Abajo el trabajo asalariado!


El Naufragio
Sevilla, 29 de mayo de 2011

miércoles, 25 de mayo de 2011

Un hecho histórico, por muy mal que les sepa a algunos...

Autor: El amo de la pocilga

http://elamodelapocilga.blogspot.com/2011/05/un-echo-historico-por-muy-mal-que-les.html

Un hecho histórico, por muy mal que les sepa a algunos...

La abuela que lleva la cazuela a los chicos de la acampada preocupada por si han comido bien... La señora que aprovecha el turno de opinión para darse unos minutos de gloria y cantar el soy barrendero de Antonio Molina... La representante de un colectivo pidiendo derechos y respeto para las personas con deficiencias mentales... La señora que reclama una paga de no se sabe muy bien que, pero que lleva ya varios meses sin cobrar... Los que van a soltar su perorata, que llevan guardada desde hace tantos años que hasta ellos mismos se dan cuenta que esta fuera de lugar...

El turno de palabra que cada noche se da en la asamblea da para esto y mucho más. Un Ágora de nuestro tiempo que cada cual interpreta a su modo, un fenómeno que no puede dejar indiferente a nadie y que, por lo menos yo, nunca había visto hasta ahora. Solo esto ya es suficiente para considerarlo como algo único; una experiencia que nunca hasta ahora podíamos vivir y que desgraciadamente me temo será efímera. Después volveremos a guardarnos nuestras opiniones para las cenas con nuestros padres, para aburrir a los amigos o pelearte con ellos, o para cuando se nos calienta el hocico en el bar... Solo ahora puedes acercarte a la plaza de tu ciudad y escuchar lo que piensan esas personas que, como tu, consideran que algo no va bien, que algo huele mal en nuestra sociedad.... Puedes salir y expresar tu cabreo, tus dudas, tus peticiones al viento...

El que los que mandan lo miren con displicencia, desprecio, risas o cachondeo dice mucho de ellos, bastante más de lo que se ha expresado en las calles estos días. Se sienten cómodos, en el fondo solo les ha picado el culo un poco, después de las urnas del Domingo han vuelto a sus tronos. Se les ha refrescado en sus cabezas que la gran mayoría esta con ellos (o con lo que hay, sencillamente). Piensan: esos solo son unos miles ruidosos y nada más: casi todos siguen igual que antes, como si nada hubiese pasado, están a favor de nosotros, solo quieren que les demos su parte del pastel, la parte que siempre han tenido y les llenaba...

Salgo a la plaza, cojo el micrófono: - Seré breve, como todos prometen, las urnas han dejado claro que: o la gente tiene miedo, terror a perder lo que tienen, o lo poco que tienen, o que la gente esta tan dormida, tan incrustada en el pesimismo del “es lo que hay”, que prefieren encender sus televisores y poner el canal con la serie de risa o en el que están dando las noticias de su equipo de fútbol, y seguir como si nada, en el fondo nada va a cambiar, esto solo es una tontería de unos cuantos jovenzuelos, y además ¡el Sábado seremos campeones! -.

martes, 24 de mayo de 2011

No es apolítico, es exáctamente lo contrario.


Autor:
Esto sólo lo arreglamos SIN ELLOS


Dirección original

Debemos destapar el engaño que la palabra camufla en toda su magnitud.

Hay que comenzar entendiendo que el símbolo oculta la cosa simbolizada, que la palabra nos aleja de la cosa. El grito tapa el dolor, y por eso es por lo que nos quejamos, para que no nos duela tanto. Se trata de un mecanismo de defensa que surge cuando la cosa simbolizada resulta ya insoportable.

A menudo además el entramado de palabras y símbolos funciona como una trampa, para que las cosas sean lo contrario de lo que dicen ser. Esa es una tecnología del poder que se ha ido perfeccionando con el tiempo, significar una cosa y pretender ocultar con esa palabra que lo que está sucediendo por detrás es precisamente lo opuesto.

Por ejemplo, en la situación actual cuando firmas un contrato de trabajo y más en una coyuntura de paro, piensas, ¡qué bien, voy a trabajar!. Pero no es verdad: Lo que estás firmando al trabajar para otro es la expropiación del producto de tu trabajo. Se dice que el empresario te da trabajo: No, es al contrario, no es quien te lo da, es quien te lo quita. Cuando firmas uno de esos contratos cuyas condiciones son empeoradas gobierno tras gobierno, estás firmando la desposesión de tu trabajo.

El partido político y las elecciones funcionan de un modo muy parecido, y por eso el Estado las necesitaba tanto para poder normalizar lo que estaba sucediendo en las asambleas y acampadas a lo largo del país.

Cuando votamos, entregamos la política al partido. El partido nos mata, devora nuestra realidad política y la convierte en número, en estadística, en algo que medir y sobre lo cual ejercer poder. Cada voto se pesa y se convierte en dinero para el partido que lo recibió y en mecanismo mediante el cual disponer los cuerpos que serán gobernados. Los ciudadanos “aceptan el resultado”, y con él, la supresión de su propia dimensión política en manos del partido.

Las escasas formas de participación política en la democracia española son apenas simbólicas, funcionando de tal modo que consisten más en un arrebatar de la política al pueblo mientras se le hace sentir libre en apariencia. Porque aquello de lo que hemos sido testigos en las plazas españolas y que tanto ha asustado a los partidos ha sido precisamente eso, política. Esa es la peligrosa actividad que la gente llevaba a cabo en las asambleas discutiendo y haciendo propuestas, hasta que llegaron ellos, los partidos políticos narcisistas, a contar cada voto y a justificar así hurtarle de nuevo la palabra a unos ciudadanos que se la estaban apropiando peligrosamente, eclipsando el multimillonario espectáculo mediático de sus campañas electorales.

Irónicamente entonces, los que vitoreaban en Génova la victoria del Partido Popular y gritaban “Esto es democracia y no lo de Sol”, no estaban haciendo más que alienar su propia dimensión política, vitoreando a una institución diseñada expresamente para arrebatársela. Aquello que vimos en tal celebración no fue más que el espectáculo de la ciega alabanza al amo que te desposee, un ensalzamiento proferido por quien no entiende que es la institución política la que se apodera de tu dimensión política.

¿Qué cosa hay más terrible que un individuo al que se le ha arrebatado su identidad, cuya dimensión política se reduce a ser un número en un recuento, y que ignorante de su alienante expolio aclama a los asaltadores de caminos que sumaron sus votos para entregarlos a su enemigo, a ese poder ajeno a él centralizado en la banca y la gran empresa que repite su truco de magia para poder seguir explotando a ciudadanos conformes?

En Sol durante todos estos días hemos visto política; en Génova y Ferraz, tan sólo políticos.

Autor: Agustín García Calvo

http://librosdeagustingarciacalvo.blogspot.com/2011/05/asamblea-de-la-puerta-del-sol.html

19 de mayo de 2011
...
Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto: vosotros mismos o casi todos, hace unos pocos meses o semanas, tampoco lo preveíais que pudiera surgir. Aunque esto es así, la alegría es lo inesperado y no hay otra alegría, no hay futuro, como repetiré ahora, sin embargo voy a decir algo que parece contradictorio, que es que yo estaba esperando esto desde hace cuarenta y tantos años, cuarentayséis. [vivas y aplausos]

Os cuento un poco cómo: por los años sesenta, como habéis oído los más jóvenes, empezó a levantarse por el mundo una oleada principalmente de estudiantes en las universidades, cámpuses y sitios así de Tokio, California… el sesentaycinco, en febrero, esa oleada llegó a Madrid; yo me dejé arrastrar por ella con mucha alegría, me costara lo que me costara; como sabéis, la ola después siguió en Alemania con Rudi Dutschke el Rojo y después finalmente en Francia, con el famoso mayo francés, donde fue más o menos terminando la ola. Os voy a decir cómo entiendo yo que aquello del año 65 se relaciona con esto. Tal vez alguno de los más viejos o no tan viejos os lo podrán decir (que aquí seguramente incluso los padres de los más viejos de vosotros eran en aquel entonces estudiantes en la ciudad universitaria de Madrid, corriendo conmigo delante de los guardias, que entonces se llamaban los grises...), pero por mi parte os lo voy a decir: es que en aquellos años en el mundo avanzado o “primero” se estaba estableciendo un régimen, un régimen del poder, que es justamente éste mismo que ahora estáis padeciendo conmigo… Me callo un poco mientras... [Mucho jaleo. Una voz: “¡No te calles, sigue!”] …se estaba estableciendo este régimen, que es el que hoy estáis padeciendo conmigo, y que es, para decirlo brevemente, el régimen, la forma de poder en que el Estado, la gobernación, la administración estatal está del todo confundida con el capital, con las finanzas, con la inversión financiera: enteramente confundida. [Aplausos, gritos.] Por tanto, se puede decir que es el Régimen del Dinero, simplificando, y por tanto yo creo que muchos de vosotros por lo bajo estáis sospechando que es contra eso principalmente contra lo que os levantáis, contra lo que sentís ganas de gritar, de decir lo único que el pueblo sabe, que es decir ¡NO! [Aplausos largos. Voces: “ahí está”.]

Por tanto, aquello que me arrebató a mis treintaynueve años, hace cuarenta y seis, es lo mismo que ahora llega a su culminación, a su casi vejez: el régimen del estado-capital, el régimen del dinero, efectivamente da señas él mismo de estar cansado, con cosas como los cuentos de la larguísima crisis y cualesquiera otros que os lleguen, y con las cifras y estadísticas con las que cada día tratan de entreteneros para que no sintáis, no os deis cuenta de lo que está pasando por detrás de las cifras y de los nombres que gobiernos o partidos sacan para eso, para teneros entretenidos precisamente. De manera que es bastante lógico que me encuentre entre vosotros en este momento de, más que madurez, envejecimiento del régimen, como me encontraba en sus comienzos. Para mí el levantamiento de los estudiantes por el mundo en el 65 obedecía a que se daban cuenta de lo que nos venía encima; ahora vosotros habéis tenido mucha más cantidad de sufrimiento directo de lo que el régimen es, aunque lo llaméis con diferentes nombres a este sufrimiento, y por tanto es, al mismo tiempo que inesperado, lógico que os estéis levantando y voceando contra ello.

Yo puedo contaros más, pero tampoco querría, por ponerme aquí a colaborar a mi manera con este levantamiento, como quiera que lo llaméis, no querría parecer que vengo a dar consejo, pero, a pesar de que no quiero parecer tal cosa, os voy a adelantar un par de ocurrencias que me vienen, ocurrencias negativas sobre todo. Lo primero es no contar para nada con el Estado sea cual sea: ninguna forma de organización estatal. [Aplausos y revuelo.] Es un error que por lo que veo muchos de vosotros percibís sin que haga mucha falta decíroslo. Por tanto, y a consecuencia y a continuación, tampoco se puede utilizar para nada la Democracia, ni el nombre de ‘democracia’. Lo siento, esto ya veo que no despierta tan inmediatos aplausos, pero sin embargo tengo que insistir en ello. Ya comprendo que lo de elegir lemas como “Democracia real ya” puede ser, por parte de quien lo inventara, una táctica, una táctica para no dar demasiado la cara, porque parecería que decir de frente y de inmediato “¡No a cualquier Estado, democrático o no!”, podría sonar mal y esta timidez o modestia puede esplicarlo, pero yo creo que es hora de irse desprendiendo de este engaño. La Democracia es un trampantojo, es un engaño para lo que nos queda de pueblo vivo y de gente; lo era ya desde que se inventó entre los antiguos griegos en Atenas y otros sitios. Es un trampantojo que está fundado sobre todo en esta confusión que el nombre mismo denuncia: demo y kratos. Kratos es poder y Demo se supone que es pueblo, y, sea lo que sea de los avatares de cualquier historia, nunca el pueblo puede tener el poder: el poder está contra el pueblo. [Bravos.] Esto es una cosa demasiado clara, pero hay que entenderla. [Aplausos y vivas.] De manera que supongo que esta contradicción que está ínsita en el propio nombre de la democracia os anima mucho más a entenderlo de veras. El régimen democrático es simplemente el más avanzado, el más perfecto, el que ha dado mejores resultados, el que ha llegado a producir el Régimen del Bienestar en el que nos dicen que vivimos; es simplemente eso, pero al mismo tiempo no deja de ser el Poder, el de siempre. Por el contrario, cuanto más perfecto, cuanto más avanzado, está más avanzado en sus trucos para engañar y por tanto en el manejo de la mentira, que es esencial para cualquier Poder. Esto espero que lo entendáis también bien: sin mentira no se sostiene ninguna forma de Poder. La mentira es el hacer creer, la fe, y ése es el cimiento, el fundamento para cualquier estado. De manera que, si alguno de vosotros tiene la ilusión de acceder a una democracia mejor, pues le pediría que se fuera desengañando de ese camino. No es por ahí, no es por ahí, y si vuestro levantamiento llegara a alcanzar un carácter organizado, en definitiva semejante al de la propia administración del Estado, estaría ya con ello mismo perdido, no estaría haciendo más que repetir otra vez la misma historia con otros colores y perfeccionada justamente porque ha asimilado el levantamiento, porque ha asimilado la protesta, que es la manera en que a través de revoluciones siempre fracasadas los estados han venido avanzando; es lo que justamente les hace falta, porque para seguir siendo el mismo como lo es, el Dinero no puede menos de cambiar, cambiar para seguir igual: éste es el gran truco que tenéis encima. Cuando os sugiero o os pido la renuncia a ideas de otro estado mejor, de otro poder mejor y os recuerdo que… [Jaleo grande en la plaza.]

…ya voy a terminar para que os entretengáis con otras cosas a lo mejor más divertidas que yo. Cuando estoy atreviéndome a recomendaros el desengaño de cualquier forma de poder, y por tanto estoy borrando de la lista algunas de las reivindicaciones que vuestros dirigentes han establecido y divulgado, al mismo tiempo os estoy desengañando de otra cosa, que es el Futuro, el Futuro: éste es el enemigo. Comprendéis bien que al rechazar vuestro levantamiento como intención de encontrar otro régimen mejor, estoy desengañándoos de el futuro. El futuro es eso con que os engañan, a los viejos también, pero sobre todo a los más jóvenes, cada día: os dicen “tenéis mucho futuro” o “tenéis que haceros un futuro”, “cada uno tiene que hacerse su futuro” y eso es justamente, aunque no lo digan, una resignación a la muerte, a la muerte futura. El futuro es eso; por tanto, el futuro es el que necesita el Capital; el dinero no es más que crédito, es decir, futuro, fe en el futuro; si no pudiera echar cuentas, ni habría Banca ni habría presupuestos estatales. El futuro es de ellos, es su arma. Por tanto, nunca dejéis que os suene como algo bendito o beneficioso: debe sonaros justamente a muerte, que es lo que es el futuro. Lo que estemos haciendo aquí, lo que estéis haciendo aquí, ello dirá lo que da de sí, pero no tenemos futuro; no tenemos futuro porque eso es propio de las Empresas, de las finanzas y del Capital. ¡No tenéis futuro!: esto es lo que hace falta ser valientes para denunciar.

Os voy a dejar ya, no voy a hacer más sugerencias por ahora. Una cosa mucho más práctica y de momento: desearía por supuesto que después de las famosas elecciones de… del 22, que estorban mucho (ya lo habréis visto cómo no sólo los Medios os enredan junto con la cuestión de las elecciones, que no tienen nada que hacer, sino que muchos de vosotros perdéis una gran parte de vuestro tiempo pensando cuál es lo que hay que hacer respecto a votar o no votar y votar por acá o votar por allá), es un estorbo formidable… de manera que mi deseo sería que, cuando pase ese coñazo, esa estupidez de las votaciones, sigáis vivos, sigáis vivos y más o menos juntos los unos con los otros. [Aplausos.] Y en ese caso me atrevería a sugeriros una táctica de momento (seguir haciendo las asambleas aquí es probablemente un error que no puede sostenerse mucho): desde luego en esto, en una rebelión como ésta, como ya creo que todos sabéis, no puede haber otro Órgano ni decisivo ni representativo más que las asambleas. Y os lo voy a decir enseguida por qué [Aplausos]: no puede haberlo porque las asambleas como ésta misma tienen esta gran ventaja: que no se sabe cuántos son, están entrando y saliendo, y nunca se pueden contar, y por tanto nunca pueden votar, como hacen los demócratas, porque no se sabe ni cuántos son ni cabe estadística ni cabe cómputo ninguno. Esto es lo que a una gran asamblea la acerca a ser eso de pueblo, que no existe pero que lo hay, y que es lo que queda por debajo de las personas, que ésas, sí, se cuentan en número de almas y en número de votos, pero lo que queda por debajo, no. Así que no renunciar nunca a las asambleas. Tal vez una dispersión.

Ahora me dirijo un poco a la parte de vosotros que son estudiantes más o menos y que me tocan más de cerca: una de las tareas más inmediatas sería ocupar las escuelas y facultades... [Aplausos.] Y termino diciéndoos por qué: porque hace mucho tiempo bajo el Régimen del Bienestar, bajo este régimen que padecemos, los centros de enseñanza, las Universidades, han quedado reducidas a una sola condición real, que es la examinación: examinar, todo lo demás son cuentos. [Aplausos.] Tienen que examinar para producir por ese camino futuros funcionarios tanto del Capital como del Estado o de la Universidad misma, que es también una parte de esos implementos del Estado.

Por tanto y para dejaros, mi sugerencia va en este sentido: ocupación de los centros, hacerlos reconocer que no están ahí ni para enseñar ni para investigar ni para nada, que están ahí para examinar, examinaros y producir así futuros funcionarios, están creando vuestro futuro, en eso no nos engañan, y por tanto la acción más inmediata ¿cuál puede ser?: pues naturalmente la destrucción, el boicoteo de los exámenes en curso; por ejemplo, los que ahora acaban de empezar en mayo mismo. Es algo de corazón. [Aplausos.] Con esto que a lo mejor lo primero os puede parecer un poco descabellado, pero que, si os dejáis pensarlo, a lo mejor no tanto, recordando que la sumisión a los exámenes es simplemente sumisión al futuro, que nosotros no tenemos futuro, y recordando que los centros en los que estáis metidos están destinados solamente a eso, a la fabricación de futuro y números de funcionarios, tal vez no os parezca tan insensata la propuesta. Pero os parezca o no, con esto ya me despido, volviendo a repetiros la alegría que esto tan inesperado me ha traído y que al mismo tiempo estaba esperando desde el año ’65. ¡Salud! [¡GRACIAS!]

El momento en el que todo es posible... ¿Y después?

Autor: "Esto solo lo arreglamos sin ellos"

23 de mayo de 2011

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Tras varios días conteniendo la respiración, el sistema respira aliviado. Registra resultados electorales, contabiliza y regula los cuerpos. Mide, estructura, reglamenta y restringe, y todo queda en orden otra vez.

Durante varios días, las revueltas que eclipsaron la campaña electoral lograron que los partidos pensaran asustados si el futuro acaso no les pertenecería.

No perdamos la perspectiva. Es comprensible cierta sensación de derrota si lo vivido no se traduce en un gran vuelco electoral hacia algún lugar inesperado, en dirección a lo imposible, pero si uno deja que tal sentimiento le arrastre es que está haciendo una lectura de lo sucedido en términos del propio entramado de estafa y explotación al que quiere derrotar. Esa entrega a los mecanismos del sistema para contabilizar y ordenar los cuerpos, para disponerlos de un modo en que “acepten el resultado” y en consecuencia las órdenes y los abusos del entramado del poder, esa sería la verdadera derrota.

Ya que hemos de centrar la atención en las elecciones municipales, debemos ser cuidadosos de no caer en su trampa. No debemos hacerlo del mismo modo en que el poder lo hace, analizando cada pequeña estadística que contabiliza los cuerpos.

Un análisis restringido a los datos nos obliga a aceptar lo existente como lo único posible. La aparición en escena de “Ciudadanos en Blanco”, el doble de votos nulos y blancos, la pérdida de un millón de votos por parte del PP+PSOE pueden dar testimonio de la influencia de las movilizaciones y del hartazgo de la población. Incluso se podría interpretar en esa línea el resultado de UPyD o el ligero aumento de IU. La debacle del PSOE puede implicar que este partido encuentre en las peticiones del movimiento su oportunidad de recuperación, y que se le puedan arrancar así concesiones en su último año de gobierno porque quieran “recuperar” a un electorado que les ha dado la espalda, lo cual debiera situar como reivindicación principal el cambio en la Ley Electoral. Pero debemos de ser honestos: ni la posición posibilista más optimista permite hoy más que pequeñas correcciones sobre un sistema podrido en el que somos mercancía en manos del poder financiero. No significa que no tengamos por este camino una posibilidad más que explotar, pero por sí sola es obviamente insuficiente.

Así que de nuevo insistimos: El análisis y la gestión de los datos funciona como una trampa, porque nos cosifica al sistema existente.

Por eso, queremos llamar la atención sobre otra cosa. Sobre la total incertidumbre que para el poder político (y en consecuencia económico) supusieron las movilizaciones, y sobre la calma y la tranquilidad que para ese mismo poder ha significado poder recontar votos, contruir estadísticas, estructurar el poder político en ayuntamientos y comunidades.

Ese es el punto de inflexión en el poder que debemos estudiar para comprender mejor cómo funciona el poder, y para aprender a derribarlo.


La calma después de la tormenta

El sistema político-económico llegó a asustarse verdaderamente en el preludio a las elecciones municipales de Mayo de 2011. Era incapaz de situar las revueltas en las coordenadas del sistema, deseando que los manifestantes se pronunciaran y se dejaran regular mediante las coordenadas existentes en el espacio político, para poder asimilarlos e imponerles un lugar, una clasificación. El poder necesita estructurar, poner orden, asimilar, controlar los modos de expresión.

Las revueltas crearon a lo largo y ancho del estado español ese tipo de presente que al poder aterra, el momento en el que de pronto todo es posible. El momento en el que todas las medidas y contabilizaciones que el Estado hace de los cuerpos dejan de funcionar, dejándolo impotente a la hora de actuar.

Por eso precisamente el poder anquilosado necesitaba estas elecciones para recobrar la calma. Necesitaba contar una a una a las ovejas en las urnas para asegurarse de que el rebaño no se había salido del redil. Una vez que lo hizo respiró tranquilo, y procurará que las asambleas y quienes protesten caigan en la trampa y se cuenten a sí mismos, que se sitúen de nuevo en las coordenadas del sistema, que se asimilen de nuevo a la normalidad del dominio de las estructuras del poder sobre nosotros. ¡Jamás!. Jamás os contéis a vosotros mismos como ovejas, no asimiléis sus mecanismos, o entonces nos habrán derrotado, porque volveremos a estar bajo sus instrumentos de medida y control.

Las histerias del poder durante estos días son lo verdaderamente importante y donde debemos centrar la atención, porque nos revelan la manera de proseguir: Hay que seguir rompiendo las coordenadas sociopolíticas, unirnos fuera de ellas, construir la posibilidad de lo imposible. Hay que seguir buscando maneras de generar imposibles, de anular los mecanismos que contabilizan y sitúan los cuerpos en los ejes de coordenadas que ellos determinan. Hay que romper el eje de coordenadas una y otra vez para que no nos pueda situar, para que lo imposible sea posible. Hay que someter al Estado, a la Banca, a la Gran Empresa, a un absoluto terror cognitivo en el que sean incapaces de entender lo que sucede, en el que sus mecanismos para estructurar y ordenar se revelen impotentes.

Lo importante de estos días, es ese momento en el que de pronto todo es posible. Ese momento que conseguimos materializar mediante las revueltas. Hay que seguir buscando maneras de crear momentos así, porque es allí donde está la verdadera libertad. La auténtica libertad sólo existe cuando las posibilidades están abiertas, cuando nada es verdad y todo está permitido. Elegir a este o a el otro ya ha acabado con mi libertad: la libertad va más allá de elegir entre lo determinado por el sistema que controla aquello en lo que se puede elegir.

El pueblo sigue harto, explotado, en manos de un poder financiero y empresarial que no ha elegido y que ha creado una crisis artificial para enriquecerse a su costa. Hay que seguir construyendo iniciativas, utilizando las redes creadas estos días, haciendo que crezcan, creando de tal modo que por resonancia de nuevo seamos capaces de romper los límites de lo posible y generar presentes en los que la lógica del sistema se derrumba y los poderes se aterran, porque no entienden lo que está pasando, porque no saben clasificarnos ni adivinan quién se va a unir ni a quién hablamos, y porque puede suceder cualquier cosa.

Entendamos pues lo que hemos aprendido esta semana sobre los puntos débiles del poder, sobre sus temores, sobre sus histerias. Es por este camino por el que podremos amanecer sin ellos.