Autor: "Esto solo lo arreglamos sin ellos"
23 de mayo de 2011
Tras varios días conteniendo la respiración, el sistema respira aliviado. Registra resultados electorales, contabiliza y regula los cuerpos. Mide, estructura, reglamenta y restringe, y todo queda en orden otra vez.
Durante varios días, las revueltas que eclipsaron la campaña electoral lograron que los partidos pensaran asustados si el futuro acaso no les pertenecería.
No perdamos la perspectiva. Es comprensible cierta sensación de derrota si lo vivido no se traduce en un gran vuelco electoral hacia algún lugar inesperado, en dirección a lo imposible, pero si uno deja que tal sentimiento le arrastre es que está haciendo una lectura de lo sucedido en términos del propio entramado de estafa y explotación al que quiere derrotar. Esa entrega a los mecanismos del sistema para contabilizar y ordenar los cuerpos, para disponerlos de un modo en que “acepten el resultado” y en consecuencia las órdenes y los abusos del entramado del poder, esa sería la verdadera derrota.
Ya que hemos de centrar la atención en las elecciones municipales, debemos ser cuidadosos de no caer en su trampa. No debemos hacerlo del mismo modo en que el poder lo hace, analizando cada pequeña estadística que contabiliza los cuerpos.
Un análisis restringido a los datos nos obliga a aceptar lo existente como lo único posible. La aparición en escena de “Ciudadanos en Blanco”, el doble de votos nulos y blancos, la pérdida de un millón de votos por parte del PP+PSOE pueden dar testimonio de la influencia de las movilizaciones y del hartazgo de la población. Incluso se podría interpretar en esa línea el resultado de UPyD o el ligero aumento de IU. La debacle del PSOE puede implicar que este partido encuentre en las peticiones del movimiento su oportunidad de recuperación, y que se le puedan arrancar así concesiones en su último año de gobierno porque quieran “recuperar” a un electorado que les ha dado la espalda, lo cual debiera situar como reivindicación principal el cambio en la Ley Electoral. Pero debemos de ser honestos: ni la posición posibilista más optimista permite hoy más que pequeñas correcciones sobre un sistema podrido en el que somos mercancía en manos del poder financiero. No significa que no tengamos por este camino una posibilidad más que explotar, pero por sí sola es obviamente insuficiente.
Así que de nuevo insistimos: El análisis y la gestión de los datos funciona como una trampa, porque nos cosifica al sistema existente.
Por eso, queremos llamar la atención sobre otra cosa. Sobre la total incertidumbre que para el poder político (y en consecuencia económico) supusieron las movilizaciones, y sobre la calma y la tranquilidad que para ese mismo poder ha significado poder recontar votos, contruir estadísticas, estructurar el poder político en ayuntamientos y comunidades.
Ese es el punto de inflexión en el poder que debemos estudiar para comprender mejor cómo funciona el poder, y para aprender a derribarlo.
La calma después de la tormenta
El sistema político-económico llegó a asustarse verdaderamente en el preludio a las elecciones municipales de Mayo de 2011. Era incapaz de situar las revueltas en las coordenadas del sistema, deseando que los manifestantes se pronunciaran y se dejaran regular mediante las coordenadas existentes en el espacio político, para poder asimilarlos e imponerles un lugar, una clasificación. El poder necesita estructurar, poner orden, asimilar, controlar los modos de expresión.
Las revueltas crearon a lo largo y ancho del estado español ese tipo de presente que al poder aterra, el momento en el que de pronto todo es posible. El momento en el que todas las medidas y contabilizaciones que el Estado hace de los cuerpos dejan de funcionar, dejándolo impotente a la hora de actuar.
Por eso precisamente el poder anquilosado necesitaba estas elecciones para recobrar la calma. Necesitaba contar una a una a las ovejas en las urnas para asegurarse de que el rebaño no se había salido del redil. Una vez que lo hizo respiró tranquilo, y procurará que las asambleas y quienes protesten caigan en la trampa y se cuenten a sí mismos, que se sitúen de nuevo en las coordenadas del sistema, que se asimilen de nuevo a la normalidad del dominio de las estructuras del poder sobre nosotros. ¡Jamás!. Jamás os contéis a vosotros mismos como ovejas, no asimiléis sus mecanismos, o entonces nos habrán derrotado, porque volveremos a estar bajo sus instrumentos de medida y control.
Las histerias del poder durante estos días son lo verdaderamente importante y donde debemos centrar la atención, porque nos revelan la manera de proseguir: Hay que seguir rompiendo las coordenadas sociopolíticas, unirnos fuera de ellas, construir la posibilidad de lo imposible. Hay que seguir buscando maneras de generar imposibles, de anular los mecanismos que contabilizan y sitúan los cuerpos en los ejes de coordenadas que ellos determinan. Hay que romper el eje de coordenadas una y otra vez para que no nos pueda situar, para que lo imposible sea posible. Hay que someter al Estado, a la Banca, a la Gran Empresa, a un absoluto terror cognitivo en el que sean incapaces de entender lo que sucede, en el que sus mecanismos para estructurar y ordenar se revelen impotentes.
Lo importante de estos días, es ese momento en el que de pronto todo es posible. Ese momento que conseguimos materializar mediante las revueltas. Hay que seguir buscando maneras de crear momentos así, porque es allí donde está la verdadera libertad. La auténtica libertad sólo existe cuando las posibilidades están abiertas, cuando nada es verdad y todo está permitido. Elegir a este o a el otro ya ha acabado con mi libertad: la libertad va más allá de elegir entre lo determinado por el sistema que controla aquello en lo que se puede elegir.
El pueblo sigue harto, explotado, en manos de un poder financiero y empresarial que no ha elegido y que ha creado una crisis artificial para enriquecerse a su costa. Hay que seguir construyendo iniciativas, utilizando las redes creadas estos días, haciendo que crezcan, creando de tal modo que por resonancia de nuevo seamos capaces de romper los límites de lo posible y generar presentes en los que la lógica del sistema se derrumba y los poderes se aterran, porque no entienden lo que está pasando, porque no saben clasificarnos ni adivinan quién se va a unir ni a quién hablamos, y porque puede suceder cualquier cosa.
Entendamos pues lo que hemos aprendido esta semana sobre los puntos débiles del poder, sobre sus temores, sobre sus histerias. Es por este camino por el que podremos amanecer sin ellos.
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