martes, 11 de junio de 2013

Por qué soy un hombre y estoy con el feminismo radical




Muchas causas progresistas hoy día parecen tratar sobre la igualdad. Tu raza no debería de importar, tu género no debería de importar, tu orientación sexual tampoco, y así. La posición progresista estándar viene a ser algo parecido a esto.

El problema que veo es, ¿cambia algo realmente en la estructura más básica de nuestra sociedad cuando se alcanza la 'igualdad'?

Una encuesta internacional reciente mostraba que España es el país que acepta más ampliamente la homosexualidad del mundo. Un 88% de los españoles considera que la homosexualidad debe ser aceptada en nuestra sociedad. Alguien homosexual puede adoptar niños, e incluso ahora que el partido conservador ligado al catolicismo está en el poder, no están tocando los derechos conquistados, y hasta hay corrientes internas de tendencia gay dentro de ese partido.

Cada año en Madrid se celebra un Día del Orgullo Gay famoso mundialmente. Pero esta fiesta se ha desplazado de manos de colectivos con carácter revolucionario a manos de los negocios. Hoy en día el Orgullo es un gran negocio, e incluso los conservadores ultracatólicos que gobiernan la ciudad no se oponen con la intensidad de antaño dado el dinero que trae.

Y aquí está lo feo. Quiero decir, obviamente es bueno que la homosexualidad haya sido aceptada hasta este punto en mi país, pero en cierto sentido es agridulce, porque si hay políticas revolucionarias dentro de este movimiento, hoy día se han convertido en algo marginal. Hay hasta asociaciones conservadoras bien financiadas para poder crear espacios políticos conservadores dentro del movimiento gay.

Así que lo que quería aquí es criticar la idea progresista de que deberíamos poner el énfasis en la igualdad. Porque cuando la alcanzas, nada cambia realmente.

Este es el motivo por el que aprecio el "feminismo radical", porque siento que ahí hay un verdadero potencial revolucionario. Quiero decir, creo que la cuestión no es esa idea de que "los hombres y mujeres deberían tener las mismas oportunidades", que vendría a ser la posición progresista. Creo que se trata de que lo masculino tal como es definido por nuestra cultura trata sobre dominación, sobre poder y autoridad, y que por lo tanto, deberíamos destruirlo. Deberíamos aniquilar la noción cultural mediante la que se construye lo masculino, y deberíamos aplastar el patriarcado tomado no solo como una fuente de discriminación sino como este sistema disciplinario y autoritario al completo. No se trata de algo con lo que puedas negociar y llegar a un acuerdo. Necesitamos el feminismo radical porque tiene un núcleo verdaderamente revolucionario. Porque es beligerante.

En este sentido, tomaría prestada la idea marxista de que el conflicto subyacente, el lugar donde deberíamos estar prestando atención como núcleo oculto de este problema, es la lucha de clases. Es decir, actualmente empiezo a ver cómo se extiende la idea de que esto de "somos todos iguales" es una fantasía ideológica propia de hombre-blanco-heterosexual-privilegiado que no ha tenido que sufrir realmente la experiencia de la discriminación. Pero creo que deberíamos ir más allá: el mero hecho de acabar con la discriminación sin más es en sí una fantasía ideológica que viene a decir que si arreglamos estos problemillas el resto de las cosas van a estar bien. Y esto es falso e ignora que el verdadero problema es esta lucha de clases que subyace en todos estos problemas, un conflicto que nos aparece de manera velada en lo que podría ser tomado como cuestiones de discriminación/desigualdad.

El sueño progresista en el que hemos eliminado los conflictos discriminatorios pero al mismo tiempo todo permanece igual (estructuras sociales autoritarias, trabajo asalariado, el Estado, etcétera) en cierto sentido es la forma ideológica más pura del capitalismo, es una fantasía tentadora pero en último término terrible en la que el sistema que está creando los conflictos se ha convertido en una máquina perfectamente integrada. Es en este sentido que pienso que hay algo de mucho valor en el "feminismo radical", en cuanto que es verdaderamente revolucionario y ajeno a estas trampas ideológicas de apariencia progresista.