martes, 21 de junio de 2011

La necesidad de romper la hipnosis colectiva



En gran medida, nuestro campo de batalla se halla hoy en la capacidad para la definición de la realidad.

Sin duda hay muchas cosas que han de cambiarse, y políticos vendidos, y medios de comunicación que sólo son altavoces electorales de los partidos, y poderes económicos omnímodos, y banca que se aprovecha de la pobreza y deshaucia hogares cada día, y empresarios haciendo EREs mientras reparten beneficios millonarios a sus accionistas.

Pero para poder cambiar todo esto, debemos ser conscientes de que estamos en una guerra en gran medida ideológica en la que el primer objetivo consiste en romper la exclusividad que tiene el entramado de instituciones del poder a la hora de definir la realidad. Debemos robarles la alucinación, la realidad colectiva creada por los instrumentos del poder. Hacer nuestra esa alucinación compartida, y anular la capacidad de unos pocos para definir la realidad para todos los demás.

Cada día vemos cómo los medios de comunicación construyen propaganda para favorecer a uno u otro gran partido político, todos sirvientes de los mismos intereses económicos, esos mismos intereses que se inventaron una crisis para estafar a todos los demás.

Nosotros tenemos Internet y la calle, y eso es probablemente más de lo que nunca tuvimos. Gracias a ello hemos conseguido abrir brechas en el cerco, pero esto no impide que buena parte de la población siga "hipnotizada" por su Partido Político, por los medios de comunicación y su propaganda, por toda una serie de estructuras e instituciones que no buscan más que su sometimiento silencioso. Por ideas que aceptamos cada día al ir a trabajar como que el humo que mayormente fabricamos es necesario, que no hay alternativa a una generación y consumo masivos de mercancías que enriquezca y sitúe en lo alto de la jerarquía a quienes se apropian de ellas y las ponen en circulación.

Hoy más que nunca es imprescindible que rompamos la hipnosis colectiva, y que busquemos formas en las que anular el influjo de las estructuras institucionales dedicadas a la fabricación de la realidad. Así, por fin, podremos empezar a crear entre todos.

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